miércoles, 26 de mayo de 2010

El Imperativo del Avispón

Relojes víricos que golpean y extirpan el sueño, dilatan la mente convaleciente. Muros rotos caen uno a uno, tic-tac, tic-tac,… rojos los aleteos muertos los otros, sentidos torturados, dedos y nudos (des)atados. Oscuros los parpadeos blancos-caucásicos catárticos. Mil agujas en sábanas inyectan los ojos infectados rojo-amarillos. Se inflaman venas, penas y condenas. S a c r i f i c i o. Noches de insomnio, pulsiones de sangre, esperma y saliva. C ó l e r a que reinas los panales hexagonales, inféctame con tu aguijón-avispón, arrástrame con tu arpón. Hínchame de dolor. Púdreme por dentro. Hazme hombre, ampútame el alma. Libérame de mi cuerpo, reduce mi corazón-motor a pulso enfermo, sin latido-alarido, siempre a quejido. Borra mi rostro, elimina mi recuerdo. Congélame la respiración. Lléname de óxido mis pulmones, fríos y húmedos, contraídos e infectados. Cuerpo oxidado sudado, mecánico, estático, errático. P e c a d o embalsamado. El cáncer vegetal se extiende y se ramifica en la Tierra, la raíz del mal, benigna y no extinta, la humanidad y la soledad. Mente y razón no entienden, no comprenden, sólo asfixian el dolor en bolsas de pánico, amor plástico reciclado. Llévate mi amor y conmigo todo mi dolor...


Fotografía de Robert & Shana ParkeHarrison.


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