Y poco a poco fuiste introduciéndote en mi pequeño mundo como un parásito condescendiente. Se paró el reloj que contaba las horas y los kilómetros que nos hicieron cambiar de rumbo. Canté una y otra vez canciones sin letra y mitigué la pena con sonrisas enfermizas, carcajadas de hiena que rebotaban en las paredes de nuestro mundo, carrusel de etilismos y onirismos, consumidos y vomitados.
Redibujando el horizonte con pulso nervioso, borré las huellas de mi vida y empecé a caminar sorteando mentiras infestadas de parásitos carnívoros devoradores de esperanzas reconcomidas por el ocaso del mañana moribundo.
Iba a sonreír, lo juro.
En cualquier momento. ¡Iba a sonreír! –me dije.
skip to main |
skip to sidebar
2 comentarios:
Qué bonito escribes! seguiré leyendo!
Un saludo
Muy buena pasada has tenido por mi blog ;)
Seguimos leyéndonos
Besos
Publicar un comentario