sábado, 27 de noviembre de 2010

La Espiral de los Sueños Amorfos


Podrán robarme mis canciones, podrán robarme mis palabras, podrán robar mi apariencia, mis gestos y las manías. Podrán robar hasta el aire que respiro, podrán robar las palabras que me inventé, las metáforas que usé, las mascaras que tiré y las mentiras que mastiqué... pero nadie, repito nadie, podrá. Nadie podrá. Repito, nadie, nadie con disfraz podrá, nadie con apariencia e intención, nadie con la pretensión, nadie podrá. Nadie podrá alcanzarme, herirme, tocarme o acariciarme... Repito, nadie y no me retracto cuando digo que nadie es nadie, en su sano juicio, nadie excepto yo, que pretende ser más yo que yo, y cuando digo que nadie es nadie, porque nadie mejor nadea inexorablemente enferma más que yo en mi "de nadie", de tanto nada que sabe a poco, nada más repleto de nada, que nada en muerte vacilante, sin monedas, ni titubeos, parece estar, siendo en tanto que de nada en todo, enraizada en la Estigia, que de llorar ya ni me río, huyendo(te)...porque de nuevo la Muerte olía a ti, se vestía de rojo y me miraba con tu mirada, descompuesta, tus ojos hondos, llorosos, perdidos, prófugos de la justicia a la inmundicia de este puto mundo, los desechos, los pellejos de mi corazón inflamado, inflamable, hendiduras de un holocausto interno, niños muertos y mi infierno particular, el exilio póstumo de mi cuerpo esqueleto calcinado, exhumado, desalmado, desarmado y violado...



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